Las reglas para unas fronteras claras entre vida laboral y vida privada son cada vez más urgentes.
En medio de una crisis sanitaria y económica como la actual, que nos exige mantener la distancia física, el trabajo presencial fue de los primeros afectados. Una salida, sin embargo, no tardó en llegar: el teletrabajo se convirtió en el salvavidas para muchas empresas y trabajadores. Pero el hecho de laborar desde casa, que podía sonar como un sueño, terminó por volverse una pesadilla para muchos: jornadas con más horas de las estipuladas, mensajes de WhatsApp acumulados, largas videoconferencias y llamadas, llamadas y más llamadas al celular.
“Mi jefe cree que por estar en la casa automáticamente tengo más tiempo, que mi familia, el almuerzo, mis horas de sueño, todo desapareció junto a la pandemia y estoy libre las 24 horas del día. Siente que tiene que estar llamándome para supervisar mi trabajo, lo ha llegado a hacer a la medianoche, y nos pide por el chat de la oficina que compartamos fotos frente al computador. Y, además, por la situación tan compleja, suele hacer bromas con ‘mandar a volar’ a quien no responda a tiempo sus llamadas, un chiste que no tiene nada de divertido y que se siente como una amenaza muy real”. Este es el testimonio de una joven que trabaja en un banco y prefiere ocultar su identidad.
Pero no es la primera vez que se habla de este tipo de acoso laboral, desde hace años en varios países, especialmente europeos, se expresó la necesidad de legislar sobre el “derecho a la desconexión”, como una forma de ponerle freno a la invasión de la vida laboral en la vida privada de los trabajadores a través de las nuevas tecnologías.
Todo empezó con el beeper, luego vinieron los correos electrónicos, los mensajes de WhatsApp, el messenger y en la actualidad, las videoconferencias a toda hora; cada uno ayudó a volvernos más accesibles y, aparentemente, más disponibles para los demás, desde el jefe a los compañeros de trabajo.
Pero el problema no son los medios, sino en el uso que se les da. Eso quedó claro cuando los casos de algunos trabajadores empezaron a escalar con apoyo jurídico, no solo porque el empleador los contactara por alguna de estas vías y les exigiera trabajo fuera del horario estipulado, sino porque el hecho de no responder repercutía en amenazas de despido.
«Además de la defensa justa de un derecho como el descanso, el tema pone sobre la mesa un asunto fundamental: la salud mental de los trabajadores, a la que no se le suele dar la prioridad adecuada.»
“Lo grave es que muchos contratantes no comprenden que el hecho de contactarse o hacer solicitudes por estas vías es exactamente igual que retener al empleado en una oficina, es restarle tiempo de descanso, y cuando el empleado se ve obligado a ceder frente alguno de sus derechos, como el derecho al descanso, efectivamente hay una falta del contratante, que puede catalogarse como un acoso laboral”, dice Álvaro Torrado, abogado especialista en Derecho Laboral y Relaciones Industriales.
Además de la defensa justa de un derecho como el descanso, el tema pone sobre la mesa un asunto fundamental: la salud mental de los trabajadores, a la que no se le suele dar la prioridad adecuada.
Según Claudia Arias, psicóloga organizacional y gerente de la empresa Universo Consultores, es obvio que un debido tiempo de descanso es necesario, no solo para la estabilidad del trabajador, sino para su proyección dentro del mismo trabajo. “Hay que tener en cuenta que, entre más estable sea la vida del trabajador, mejor cumplirá y se desenvolverá en cada área. Cuando el tiempo es desequilibrado, y debe prestar mucha más atención al área laboral, que lo llena de presiones, incluso en su descanso, el descuido de su familia o de sí mismo terminará en que no rinda de igual forma, o mucho peor, que desarrolle patologías por causa del estrés y la ansiedad. Sobreexigir a un empleado solo terminará por perjudicar a ambas partes” señala.
«En Francia, la ley ya obliga a las empresas a regular el uso de todas las tecnologías de la comunicación para garantizar un apropiado respeto al tiempo de descanso del trabajador.»
Aunque la regulación de los dispositivos es un panorama complejo desde muchas aristas, Francia e Italia se volvieron un ejemplo a nivel mundial en la forma de hacerlo. En el primero, el derecho a la desconexión se constitucionalizó bajo la Ley 2016-1088, que obliga a las empresas a regular el uso de todas las tecnologías de la comunicación para garantizar un apropiado respeto al tiempo de descanso y las vacaciones del trabajador. En Italia, por su parte, se incluyó una reforma a la Ley 81 de 2017 que implica “identificación de períodos de descanso, medidas técnicas y organizativas necesarias para garantizar la desconexión del equipo de trabajo tecnológico”.
En Colombia, aunque hay avances, la situación no es la misma. Puede ser iniciativa de una empresa reglamentar el uso de tecnologías, pero no se ha llegado a una ley que lo vuelva obligatorio. Y ahora, que la mayoría permanece en casa, el tema incluso se complica, pues la forma más sencilla de definir los límites de tiempo laboral era mientras el empleado permaneciera en la oficina o el lugar de trabajo; una vez afuera, concluía su jornada y podía “pelear” más fácil por su descanso. En condiciones normales, “aunque el Código Sustantivo del Trabajo no habla particularmente sobre el derecho a la desconexión, la Constitución Política de Colombia lo señala como una garantía referente al descanso necesario”, dice Torrado.
“Frente a un caso así, el trabajador puede emprender un proceso de tutela contra el empleador, demostrando que, una vez por fuera de su horario de trabajo estipulado, recibía tareas u órdenes, plasmadas en los mensajes; y que, finalmente, estas horas se reconozcan como una forma de subordinación y se paguen monetariamente como trabajo suplementario. La Corte ya ha realizado fallos de este tipo”, concluye el abogado.
Pero en tiempos excepcionales como los actuales, el reto es definir los límites del horario de trabajo y respetar el tiempo libre, por el bien de ambas partes. Y para esto, lo primero para tener en cuenta es que las reglas sobre el trabajo en casa aún se están definiendo.
No es un teletrabajo normal, aunque suene a lo mismo. El primero, según el Código del Trabajo, requiere de condiciones muy específicas, como que la empresa disponga de todo lo necesario para que el empleado cumpla correctamente con su trabajo, desde dispositivos electrónicos hasta horarios especiales, pero siempre bien establecidos.
“Lo que hoy llamamos trabajo en casa es lo que ha estipulado el Ministerio del Trabajo como medida de urgencia ante la crisis, y se han expedido decretos al respecto, pero no está delimitado y puede fácilmente terminar por afectar el derecho a la desconexión”, dice Torrado. De hecho, el miércoles, el ministro de Trabajo, Ángel Custodio Cabrera, señaló que esta actividad laboral requiere ser reglamentada mejor para que se continúe desarrollando en el país. “El trabajo en casa era un acuerdo de voluntades que le permitió al trabajador realizar muchas de las actividades en la casa y así lo están haciendo; esta figura es uno de los temas más importantes (…) y en próximos días anunciaré la reglamentación”, indicó el ministro.
«La palabra clave es equilibrio y de ella depende el futuro y progreso de ambas partes. La idea es que sea un gana-gana sensato, y no un retroceso en derechos, salud y pérdida de productividad.»
La psicóloga organizacional Gloria Liliana Gómez, especialista en Desarrollo Humano y magíster en Gestión Social Empresarial, dice que buscar el equilibrio entre vida laboral y personal es clave; por eso, al empleado le dice: “te invito a que tengas conversaciones sinceras con tu superior, donde puedas establecer acuerdos que te permitan mantener espacios personales y familiares, esto también ayudará a que la productividad en tus actividades laborales sea más eficiente”.
Y a los empresarios: “los invito a que revisen con sus áreas de gestión humana cómo mantener a sus principales aliados conectados con un propósito en su trabajo sin descuidarse a sí mismos, desarrollando políticas de respeto por el tiempo y la desconexión, esto evitará manifestaciones negativas de salud física y mental a causa del estrés”.
ANNIE GÓMEZ
Fuente: EL TIEMPO
Foto: IStock